jueves, 30 de diciembre de 2010

Un año de mejor corazón


Levantó la copa y brindó por un año nuevo. Internamente se propuso hacer mejor las cosas: relacionarse con la gente, ser amable, solidaria, sonreír con mayor asiduidad y dejarse llevar por aventuras mas allá de esas cuatro paredes. Luego se sentó a la mesa de dos metros de largo para comer todas las delicias dulces y saladas que había allí instaladas. Todo lo comió. Desprendiendo los botones del vestido para que le entrara más, para que no le comprimiera el enorme abdomen. Más comida. Más sidra. Más postres... ¡no vaya a ser que quedara algo y tuviera que compartirlo con algún mugroso de la calle!

lunes, 20 de diciembre de 2010

Palabras de amor (para dedicar en estos tiempos de navidad)


Quiero dormir en el pesado rocío de tu risa y jugarme el alma en una partida de póquer.
Ser tu flagelo, enfermedad, agonía y muerte.
Caminar haciendo equilibrio por la delgada línea de tu sensatez y romperla, caer en el centro de tu locura y deshilachar tus ideas lógicas.
Vomitar en tu cordura y brindarte mi esquizofrenia en gotas para los ojos que se colocarán cada seis horas según receta del oftalmólogo.
Quiero ser tu oscuridad.
Quiero provocarte miedo.
Quiero que tiembles, que te acurruques en mi pecho para poder abrazarte, protegerte y fundirte en mi locura.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL VIOLIN


El violín suena en la frontera de la tarde, la luna se avienta enloquecida por la ventana y ella gime, casi recostada a sus pies, abrazada a las rodillas de ese hombre que le enloquece el alma con los trinos del instrumento.
La transporta, está totalmente entregada, obnubilada, hipnotizada.
Se despoja del vestido.
Él la mira sonriente, conocedor de los secretos de su música.
Se distrae un segundo y las notas se detienen.
Ella parpadea como despertando, encontrando su cuerpo semidesnudo ante él (se asusta y se cubre los pechos con los brazos).
El hombre vuelve a aniquilar el silencio con las notas y la mujer entra en trance nuevamente.
Será una noche tranquila.
Él con su música, ella con la danza en el salón, haciendo eclipsar a las sombras con su cuerpo desnudo.

domingo, 5 de diciembre de 2010

un precio módico


Los espejos gritan abusivos una verdad que no merece conocer.
Se sienta, enorme, en el sillón y acerca la cartera de la inmortalidad.
Delinea ojos, contorno de labios, máscara para pestañas,
base para el rostros, cremas para arrugas, color para labios,
turquesa para los párpados, carmín para los pómulos.
Una pastillita para el alma, un porro para la melancolía.
Un whisky para levantar el ánimo y ya está lista para enfrentar la mierda de vida.
Abre la puerta y se para en el marco, limpiándose con la mano la transpiración del escote.
Los clientes escasean pero no pierde la impía esperanza, que ya flaquea y por ratos se tira a morir, y sigue aguardando a que llegue el amor a su puerta y pague un precio módico por compartir su miseria.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Ya no me amabas.


Ya no me amabas, no tenía que ser vidente para darme cuenta de ello.
Sólo era cuestión de tiempo para que tomaras valor y me dejaras.
Así fue que decidí apropiarme de pequeñas cosas, para guardarlas como tesoros, para recordarte cuando ya no estuvieras. ¡Habías sido mi gran amor!
Una noche corte un mechón de tu cabello, la siguiente fueron pestañas (te asustaste a la mañana siguiente cuando te encontraste extraño ante el espejo), un poco de cejas después.
Al terminar la semana había recolectado: pedazos de uña, un pañuelo con tu transpiración, chicles que masticabas y luego tirabas, un papel tisú con el que te limpie el mentón sucio de comida, una vendita con una mancha de tu sangre.
Ahora duermes. Intentaste conversar conmigo esta noche, quisiste guiar la conversación hacia nuestra relación y la falta de interés que hay. Fingí sentirme mal y la charla terminó.
Ahora sé que esta es mi última noche con vos, cerca de tu espalda, de tu pecho... de tu sexo.
Ya sé que último recuerdo de tu cuerpo me haré quedar.