Cerró la bolsa negra con un moño naranja, mientras suspiraba con una sonrisa cincelada en los labios pintados de violeta.
Se tiñó el pelo de rojo y estaba tan mal hecho que le quedó el cabello de distintos colores, pero al mirarse al espejo creía que nunca estuvo más bella.
Besó las tijeras que le modelaron el cabello dejándola convertida en otra.
Le hizo unos cuantos mimos al cepillo que la peinó, domando su melena.
Guardó las fotos de la que era, pendenciera y pequeña.
Se filmó haciendo muequitas como evidencia de su metamorfosis y por fin salió del departamento con la bolsa negra que colocó con cuidado en el canasto de la basura.
Goteaba. Goteaba manchas rojizas.
Pero el cambio necesitaba ser descubierto y cuando abrieran la bolsa descubrirían su último error, el vestigio de la que fue.
Le pasó el dedo por el charquito, lo lamió y entró a la casa saltando contenta y cantando bajito.
4 comentarios:
Ag, que pupita.
¿No será lo que me imagino? Me duele la entrepierna de pensarlo.
Un beso.
Hola Torcuato,
gracias por comentar
;-D
Querida escarcha, compartimos un gusto, una pasión, me complace leerte, sorprenderme, regocijarme... Te saludo con emoción, querida colega...
PD: sólo una crítica sobre el blog, que me pareció buenísimo, pero, los cambios de color en el texto del relato, pueden distraer... No afirmo nada, sólo pienso en voz alta contigo, querida amiga
¡¡Felicidades!! Algún día tendremos que juntarnos con Renate, aquí o allí, ustedes decidan
Muchas gracias por tu comentario Legaspi, tendré muy en cuenta lo que me dices de los colores.
SALUDOS AMIGO
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