sábado, 15 de octubre de 2011

Cuidado



El rostro macilento apareció por la ventana provocando miedo en las personas que pasaban distraídas.
Dos jóvenes religiosos golpearon la puerta para imponer sus creencias y ella los corrió haciendo silbar su rebenque por el aire.
La mujer tenía mucho de loca y otro tanto de rabiosa, nadie se le acercaba y mucho menos se pensaba en trabar algún tipo de comunicación.
Cuando la Junta Protectora del Vecino Atemorizado se enteró de ello, se dirigieron a la casa, con cascos y bastones de goma dispuestos al combate.
Ella torció algunos cuellos, rompió un par de brazos y se comió a uno delante de los pocos miembros de la Junta que quedaban sin mella. Luego relamiéndose entró a su casa, regurgitó un poco de carne, y se tumbó junto a su hijo enfermo para alimentarlo. Si se acercaban de nuevo, no tendrían tanta suerte.