Te fuiste una mañana lluviosa y te negaste a mi compañía bajo el pretexto de que me mojaría.
Me pasaste la mano por la cabeza y prometiste volver... ¡lo prometiste!
Llegó la noche, subió el sol, me iluminaron las estrellas, las nubes del mediodía me despertaron, la brisa de la noche me hizo tiritar.
Me prometiste volver... ¡lo prometiste!
Todos fueron buenos conmigo, cada día me alcanzaron un poco de comida y no faltó quien me quiso llevar como su compañía. Pero no concibo la idea de abandonar el lugar y que vuelvas y no me encuentres, aquí estaré esperando lo que deba esperar.
Me prometiste volver... ¡lo prometiste!
Te juré lealtad desde el primer día... aquí me encontrarás.